jueves, 14 de abril de 2011

LA PALABRA


En ella se basa nuestra comunicación, LA PALABRA es tan poderosa que una sola de ella puede dar vida o al contrario puede dar muerte, todo depende de cómo nos sintamos en ese momento y es el origen de nuestra intensión, por eso es mejor ser prudentes y pensar antes de hablar. Si en esos momentos estamos molestos ya sea con alguna persona en particular o consigo mismos, es mejor no decir nada, alejarnos, tranquilizarnos y cuando nos vuelva la ecuanimidad a nuestras vidas, ahí si, expresar nuestro descontento pero con la intensión de arreglar las cosas, ya que casi siempre pagan justos por pecadores y terminamos hiriendo, por desgracia, a la persona que más queremos.

Utilicemos la palabra para bien, con amor, para motivarnos y así motivar a nuestro entorno. No dejemos que el rencor, el orgullo, la envidia abunde en nuestros corazones y sean estos sentimientos el motor de nuestras vidas ya que al final lo único que avivamos es el odio, la tristeza y la desesperanza.

Les propongo un ejercicio: una vez por semana saquemos tiempo para nosotros mismos para que analicemos  nuestros pensamientos, nuestras actuaciones, nuestras motivaciones y si es necesario de otra persona para que nos ayude, pídanla,  que no es de cobardes, mas bien, es de valientes ya que dejamos de pensar que somos una pieza aislada de la vida y empezamos a vernos como parte de un gran engranaje tan importante como todos aquellos que están a nuestro alrededor.

Recordemos que cada una de nuestras acciones, nuestras decisiones, también terminan influyendo en nuestro entorno para bien o para mal.

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